LUIS, GALA, LUNA Y THAI

 

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“Ante una normativa que se ha demostrado ineficaz,
una de las prioridades que deberían abordarse es
el cambio del enfoque a la hora de legislar este tema;

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la mayoría de los perros que han sido catalogados como peligrosos son perros excelentes, cariñosos, fieles y que jamás demostrarán ni un ápice de agresividad, salvo que caigan en manos de algún irresponsable”.

Estas palabras formuladas por Amparo Requena Marqués, presidenta de la sección de derecho animal del Colegio de Abogados de Valencia, habrían de servir como punto de partida para cualquier reflexión en relación a los mal denominados “perros potencialmente peligrosos”, y a la perversa y maniquea ley que les estigmatiza.

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¿Cómo es posible que un perro, un maravilloso animal, sólo por el mero hecho de nacer de una determinada raza, se le presuponga una peligrosidad?

Si, como la peligrosidad que atesora Thai, es cierto.
La peligrosidad de correr el riesgo de enamorarte de ella.
Peligrosidad de dejar que el latido del corazón deposite las palabras en tus labios, de envolverte en la tierna expresión de su mirada o de deleitarte con los sutiles gestos de su cabeza.

La peligrosidad de contemplar el conjunto de su robusta belleza, y sentir la necesidad de agradecerle que exista, de admirar y reconocer que tras sus profundos, misteriosos y brillantes ojos, se esconde la mejor de las oraciones.

Peligrosidad de acariciar el íntimo susurro de su sensible y delicada presencia junto a ti, de sentir el ligero y acogedor roce de su pelo y de su piel, la sintonía de lo invisible.
La peligrosidad del ritmo de dos almas que traspasan fronteras, mitos, y derriban la barrera que separa al humano de la bestia, fusionando la esencia, la única esencia, la verdadera y auténtica, la del encuentro pausado, ancestral y sereno.

Sientes, junto a Thai, la refrescante experiencia de algún tipo de oasis, en el centro de un desierto de incomprensión, huellas y marcas que mancillan su raza, fruto de esa necedad humana que a veces resulta tan amarga y desoladora.

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Entonces recuerdas esos versos de Benedetti que cobran sentido pensando en Thai, y al lado de Thai…

“No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños.
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás sola, porque muchos te queremos”

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