Merche abre una interesante reflexión sobre actos dolosos y sobre el concepto de peligrosidad, interesante ahondar en ello
“Yo no creo en los PPP, más bien estoy segura de los DPP (Dueños Potencialmente Peligrosos). Es un error estigmatizar a unas razas y salvar a otras puesto que cualquier perro, al igual que cualquier persona, puede sufrir una alteración en un momento dado y cometer un acto involuntario y dañino, pero no se puede culpar al perro ni a la persona por un fallo de “desconexión”. En cambio sí hay que culpar a unos dueños que entrenan a sus perros para ser agresivos, para combatir en peleas donde los animales sufren lesiones que muchas veces les cuestan hasta la vida.
Yo no creo en los PPP porque un animal si hace daño es por instinto de supervivencia, miedo, o defensa, en cambio el ser, muchas veces mal llamado, humano hace daño a sabiendas. Esto es cómo cuando alguien ve una caquita en el suelo y dice “qué guarro el perrito”. No, perdone señor/ora, qué guarro el dueño, el animal no sabe dónde tiene o no que hacer sus necesidades y si el propietario no se molesta en recogerlas a quien hay que reprender es al ser humano que tiene el animal a su cargo.
A menudo me tachan de radical porque digo que prefiero mil veces a un perro, un gato, o hasta una polilla, a muchas personas, pero qué quieres que te diga, Loli, un animal es más leal que una persona, y ya sé que generalizar no es bueno, pero tú y yo sabemos que a estos seres no les mueve el interés, que nos dan su amor y su amistad sin pedirnos nada a cambio, es más, les griten o maltraten, los perros (y aunque no se crea muchos otros animales también) vuelven a sus “dueños” en busca de una caricia al poco rato porque ellos no entienden de rencores.
Yo no creo en los PPP porque no hay más que ver a Thai; aluciné con cómo se comportó con mi hija, Adriana, que nunca había tratado con un perro en la distancia corta, con la complicidad que se creó entre ambas, con la santa paciencia que tiene para estar día sí y día también con diferentes personas a las que probablemente es la primera vez que ve, como fue nuestro caso, y aguantar sesiones que pueden durar horas.
Que no, que no, que no me cuenten que hay PPP. Señores, tomemos ejemplo del mundo animal, que nos dan lo que se viene llamando “sopas con honda” en cuanto a comportamiento, lealtad, bondad, y saber estar; y si a pesar de todo quieren etiquetar a alguien con el cartel de PPP, ya saben, pónganselo a las Personas Potencialmente Peligrosas.”