«Hola gente, soy Mari, bióloga, antropóloga física, enamorada de lo vivo y con una debilidad de serie: investigar los por qués
El sábado estuve con Thai.
Me considero una persona muy afortunada, me he criado a caballo entre la capital y una aldea soriana, lo que ha hecho que pueda empaparme de lo bueno de ambos sitios e identificar lo malo, desterrarlo, todo ello apoyado por unos padres comprometidos con el Medio Ambiente y las criaturas que lo pueblan.
Así, nací con un doberman en casa … Deysi, mi primera y mejor amiga, mi familia, mi guardiana de cuna, vigilante de cada paso que daba.
Crecí sin concebir lo que ahora se llama un perro PPP y, con los años, es un término que para mí no existe, no tiene sentido.
Ahora, Thai, ha viajado conmigo en el tiempo, he retrocedido con ella a mi infancia, a esas tardes con mi fiel amiga, a ese amor incondicional …
Se dicen muchas cosas de determinadas razas de perros, pero no tiene sentido, no tiene apoyo científico … las razas han sido seleccionadas por nosotros, por el ser humano, con una finalidad.
El perro es como es por nosotros, por cómo le tratemos, por la vida que le demos, por lo que le demostremos y por lo capaces que somos de controlar su potencia física. ¿Es más peligroso una persona de 2m de altura y 100Kg de peso que yo, que mido 1,70m y pero 59Kg? ¿A que es una pregunta absurda? …
Lo que sea capaz de hacer un perro, una persona o un coche no puede estigmatizar a todo el conjunto y siempre, siempre dependerá de nuestra responsabilidad, nuestra capacidad y de cuánto pisemos el acelerador, nosotros.
Por esto, la legislación debe adaptarse, debe cambiar un calificativo absurdo que no se corresponde con la realidad, y nosotros debemos desterrar los perjuicios que condicionan lo que sentimos cuando vemos a un labrador o a un pitbull, porque quieren lo mismo … quieren ser felices.
La clave está, como en todo, en la educación, el civismo y en la responsabilidad de cada individuo de esa especie a la que llamamos Homo sapiens.
Por Thai, por Deysi, por todas las víctimas juzgadas sin merecer.
Mari»